Saturday, May 10, 2008

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No cualquier nada ni cualquier todo; la ‘d’ necesariamente debe ser de esas que, luego de pronunciadas, quedan vibrando en el aire hasta que el crujir del piso, un silbido, una caída desvía la atención casi inadvertidamente. Del mismo modo en que los recuerdos más temidos se transforman en los más caprichosos (vagan, sin rumbo fijo, dejándose entrever u ocultándose en el instante justo en que el dueño desea esconderlos o apenas hojearlos); y del mismo modo también en que las hojas se vuelven algodones, el viento se torna denso y lento.
Quizás no sea más que un mero vidrio al que nos conformamos con ver como espejo engañando al presente, dividiendo y aumentando realidades asíncronas y demenciales. Sus futuros, aunque el mismo, se extienden infinitamente en las células de dioses inexistentes pero reales que astutamente los funden en un cristal tan traslúcido como incompatible. Ese cristal perfecto al que creemos propio necesita ser puesto a prueba en lo cotidiano; necesita (porque así lo pide) partirse en mil pedazos brillantes, dañinos y, por lejos, más atractivos que el conjunto original.
En última instancia, aquel que simultáneamente nos ofrece más de lo que jamás podríamos asimilar es quien se roba una falta, un error intencional, una tilde.

1 Comments:

Blogger Efe said...

no soy la única que vuelve...
qué bueno que así sea.

(L)

Saturday, May 10, 2008 7:30:00 PM  

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